viernes, 2 de noviembre de 2012

No me gusta el Guggenheim

Las cosas como son.
El día que le escuché a un profesor de proyectos decir que la arquitectura no se puede enseñar no perdí la fe en los humanos por que hacía tiempo que la extravié en algún lodazal anterior, pero si que sentí un profundo vacío y un inmenso desprecio por la falta de coherencia.
Por que hubiese sido coherente que ese profesor no se prestase a enseñar a otros algo que él no fue capaz de aprender y todos hubiésemos ganado con ello. Sin embargo la coherencia en arquitectura como en tantas otras cosas de la vida es difícil de mantener y más difícil aún de predicar sin meter la pata.
Y llegamos así a las pocas cosas que me enseñaron y de entre ellas las más básicas. Esa coherencia formal, esa relación con el entorno, con la ubicación, esa respuesta geometrica a unas necesidades de iluminación, orientación y sostenibilidad. Ese hito urbano que lo és sin ser una estatua inerme, con un fin en su diseño.
Y claro, me hablais del Guggeheim, y de Frank Gehry y del deconstuctivismo y de Zaha Hadid (ay) y es que me pongo malo, y tengo que decirlo claramente, NO ME GUSTA EL GUGGENHEIM.
Y no me gusta por varias razones, pero hay una sobre todas las cosas : El guggenheim no se puede copiar.

Bodega en Elciego y auditorio en Los Angeles. Frank Gehry

Me explico:
Si Frank, ese canadiense antes llamado Ephrain Goldberg (demasiado judío para Canada) se hubiese limitado a hacer el museo de Bilbao con esas placas de titanio y esos planos alternados y después hubiese hecho otra cosa en otro lugar, yo, creedme, le admiraría y le tendría en un pedestal.
Por que el edificio, es simplemente genial.
Pero no, Frank, se ha decidido a dejar un little Guggi allá donde le hagan un encargo, ya sea una sala de conciertos en los Angeles o una bodega en Elciego y eso, por mucho que aquel viejo profesor se empeñase en no enseñarme, se me quedó muy grabado. No todo vale para todos los sitios.
En arquitectura tampoco.
Nota del arquitectador: Soy consciente de que como arquitecto debo pleitesía a los colegas que triunfan por doquier, pero ¿que queréis? esta manía del "deconstructivismo" me tiene más que preocupado. Vale que no tengamos nada que construir, pero eso de deconstruir no me gusta ni con las tortillas ni con la arquitectura.

jueves, 18 de octubre de 2012

Imagenes

Hace unos días, un amigo publicaba una comparativa entre un cultivo biológico al microscopio y una fotografía aérea del urbanismo de Delhi.
A la izqda un cultivo biológico, a la derecha, un barrio de Delhi, en la India en vista aérea.
Este argumento, como tantos otros que buscan sin cesar los estudiantes de arquitectura para imaginar similitudes e hilos conductores que justifiquen sus soluciones es tan simple, tan rotundo, que roza la genialidad. Por eso se busca una y otra vez.
Hablaba en post anteriores de la buena arquitectura y en como se reconoce casi al instante cuando el que la presencia, se deja envolver por ella.
Os traigo hoy, un ejemplo más de lo que para mí es simplemente una genialidad, una de esas obras que suceden una vez cada muchos años y que elevan a su creador a lo que es sin duda Le corbusier, el Corbu para los amigos: único.
Fachada de la iglesia de Ronchamp. Le corbusier
Y viene todo ello por otra imagen de similitudes que todos tenemos en la retina y que el Corbu, supo ver y materializar como nadie. Algo que ya hacíamos desde tiempos inmemoriales en vertical y que él supo llevar la horizontal para colocar en fachada, la imagen de los patios que ya teníamos en cubiertas.
Arriba una imagen del urbanismo de una ciudad europea, abajo la fachada de Ronchamp vista desde el interior de la iglesia y sus huecos (patios horizontales) dejando pasar la luz.
Nota del arquitectador: Hasta el Corbu, tiene obras que no son geniales, no creáis que he caído en la mitomanía, pero oye a Niemeyer lo que es de Dios y al Corbu lo que es del Corbu. Y como lo que es genial no hay por que no utilizarlo a Tuñon y Mansilla lo que es suyo:
Fachada auditorio de Leon. Mansilla y Tuñon. Tuve la suerte de hacer una obra con ellos, cosa que el Corbu, no puede decir.

domingo, 14 de octubre de 2012

Minihistorias y construcción (I)

He tenido la suerte de conocer en las obras, personajes excepcionales en los últimos veinte años.
Siempre - mis allegados lo sufren con estoica paciencia- refiero como aquel ferralla-filósofo, de nombre Arcadio, con el que tenía largas conversaciones en busqueda del ungüento amarillo que arreglase el mundo y pertinaz desobediente a la hora de ponerse el casco, me decía mientras se lo ponía de mala gana al recordárselo yo:
-¿Cascos? ¿cascos?....armas, Miguel, armas y munición es lo que necesitamos.
El abuelo cebolleta, siempre supe que yo acabaría así.

En una ocasión, mi compañera Virginia, entró pálida en la caseta con un libro de un filósofo alemán que soltó sobre mi mesa como si quemase, diciéndome con irónia: "lo he encontrado en la obra". Finalmente, a ultima hora de la tarde, un muchacho joven, un escayolista entró en la caseta para ver si habíamos encontrado un libro.
-...mmm, no sé, voy a ver - le dije, mientras hurgaba distraídamente en las estanterías donde reposaban, planos, papeles desordenados y carpetas polvorientas- ¿de que autor?
-De Schopenhauer-me dijo.
Le miré fijamente, abrí el cajón de mi escritorio y le ofrecí el libro. El chico dio las gracias y se marchó y aún hoy, me pregunto que habrá sido de él.


En aquella misma obra, en la que yo actuaba como jefe de obra y a la que llegue a mitad del proceso como nuevo contratado en la empresa, pues mi antecesor se había despedido, los problemas con la arquitecta de la dirección facultativa habían sido frecuentes. El segundo día de visita y tras tratar algún que otro problemilla que venía de atrás y que conseguimos resolver, la arquitecta, le preguntó a mí jefe, delante mío, donde me habían encontrado:
-Por un anuncio en la farola* - me adelante.
Me miró, se echo a reír y no volvimos a tener problemas en toda la obra. No más de los normales, quiero decir.

Aquella obra dio para mucho. Una mañana, el encargado de los albañiles entró furibundo en la caseta agitando los brazos por que la ayudante de obra, mi secuaz, una muchacha de apenas veinte años, le había mandado a tomar por donde amargan los pepinos en mitad del patio, donde todo el mundo pudo oírla bien. Me costo media mañana calmar los ánimos  Ahora puede parecer mentira, pero hasta hace no mucho, el que una mujer entrase a una obra a dar ordenes era para muchos comulgar con hogazas de ocho kilos. Tanto más si era una veinteañera. En numerosas ocasiones me vino muy bien el carácter de la chica, que hoy, además de buena amiga, es una gran profesional de la construcción. Cierto que no debió decirlo así, pero también es verdad que gracias a que lo dijo un día, no necesito decirlo nunca más.

En otra ocasión, siendo yo ayudante de obra, el jefe de obra con el que trabajaba recibio a uno de los subcontratistas que venía -como siempre- a intentar subir sus precios pues afirmaba perder dinero. Mi jefe, un hombre grandote y bonachon como él solo, se levantó, miró por la ventana de la caseta y le pregunto al otro, un albaceteño rojizo y pachon:
-Oye, ese Mercedes de ahí, el que has dejado en mi plaza, pedazo de cabrón, es tuyo, verdad?
Y le echó de la caseta con cajas destempladas.

En esa obra, teníamos un administrativo borrachín al que nos habían enviado en castigo para que el jefe supremo no lo viese más (palabras textuales) y cuando había visita de la alta jerarquía teníamos que esconderlo y no dejar que se fuese al bar y volviese dando tumbos. Le habían ofrecido una terapia desintoxicadora en una clínica especializada pagada por la empresa. No quiso pues decía que allí le iban a cambiar la sangre.

(continuará.....)




*La farola es una publicación que suelen vender mendigos y gente necesitada en semáforos o a la puerta de los centros comerciales.

viernes, 12 de octubre de 2012

Políticamente intolerable. Socialmente útil

Los solares.
Esos vacíos urbanos, que durante meses o años se ocultan tras una valla o incluso se muestran impúdicamente al ciudadano, ofreciendo una imagen cada día mas deteriorada. Sin limpieza periódica, sin uso, sin aprovechamiento social, como un tumor en la ciudad.
Actuación  urbana en Zaragoza

Pertenezco a un barrio en el que los solares, han constituido una constante urbana. Poco o nada se ha hecho con ellos salvo cuando el beneficio económico estaba más que claro.
Leo en otros blogs de arquitectura y urbanismo, actuaciones que de alguna manera, intentan sacar del ostracismo, la suciedad y la falta de aprovechamiento social, partes del territorio, que como solares que son, forman parte ya de la trama de la ciudad y me llama especialmente la atención que en estos intentos de actuaciones se es especialmente respetuoso, no hay más que ver una de las premisas básicas para poder llevarlas a cabo:


"..Se gestionó con los propietarios los permisos de intervención en los solares, como una cesión gratuita para su uso público transitorio con un mínimo de 12 meses. Así, cualquier intervención que se realizase debía ser reversible...."

Lo cual, me parece muy bien. No vayamos a estas alturas a poner en duda el valor sacrosanto de la propiedad privada. Esto sería políticamente intolerable. 
Pero me pregunto: ¿No es también un valor la utilidad social de ese solar cuando no está vacío  ¿se puede permitir tener un solar sin una aplicación del mismo durante años? ¿es licito que surjan problemas urbanos como consecuencia de la falta de espacios públicos, jardines, parques, aparcamientos y existan partes del territorio incrustadas en la ciudad que no se utilicen durante años o décadas?
Cuando estuve en NY me impactó como se utilizaban solares de enorme valor económico en el centro de Manhattan para aparcamiento de coches. No es sin duda la mejor solución a largo plazo, pero desde luego, es mejor que un solar abandonado hasta que se construya un edificio, quizá veinte años después. 

Sirva como ejemplo mi ciudad. Getafe. Existe un problema gravísimo de aparcamiento en el centro, sin embargo existen solares en los que crecen a partes iguales suciedad y malas hierbas y que se podrían utilizar -por ejemplo- como aparcamientos de superficie, dando incluso una productividad económica y social al pueblo y al propietario del solar. 
¿No será mejor esto que tenerlo vacío  ¿No debería obligarse a darle a esos solares un uso social aunque fuese temporalmente hasta que el propietario decida darle el uso lucrativo previsto?


miércoles, 10 de octubre de 2012

La buena arquitectura

Hace unos días, un amigo me preguntaba sobre un edificio de Madrid, que según las crónicas y críticas arquitectónicas estaba dentro de ese capitulo de lo que uno no debe de perderse cuando visita la ciudad. Mi amigo, neófito en arquitectura, pero experto en ciudadanía, no entendía el por qué. Para él era un edificio bastante vulgar.
Coincide que el edificio en sí, fue objeto de un trabajo durante mi época universitaria, por lo que tenía bastante información acumulada en el disco duro que oculta mi cada vez más canoso pelo. Pero confieso que percibí que mis explicaciones sobre las bondades de la obra no daban fruto germinando en él ni un solo atisbo de admiración por el edificio. Y es que a mí tampoco me convencen.
Eso me devolvió  a una reflexión sobre la buena arquitectura, que bajo mi punto de vista es inevitablemente aquella que no precisa explicarse.
Recorrido interior del Museo Guggenheim de NY. Frank Llloyd Wright.


Para mí, hay un edificio, que cuando se ha visitado, no deja lugar a dudas de por que es bueno, y es el museo Guggenheim de NY, y lo es por que:

-Un museo es básicamente un recorrido interior. El edificio interiormente es una espiral ascendente  que permite recorrer el edificio por un itinerario inevitable desde el que en todo momento se ve el resto del recorrido y por ende del edificio. Genial.
-Su recorrido interior, tiene una proyección en la fachada que permite que el ciudadano que pasea intuya perfectamente como es el edificio por dentro.
-Desde el punto de vista de los materiales y la forma, el edificio es un contrapunto a sus vecinos más cercanos, lo que lo convierte en un hito urbano, hecho que debe de suceder en todo museo.

Y todo eso cuando se ve no precisa explicarse.

Nota del arquitectador: Queda claro que tuve que dar tantas explicaciones de las bondades del edificio sobre el que me preguntaba mi amigo, que la conclusión  por mucho que los críticos digan lo contrario, es solo una: No es buena arquitectura.

domingo, 30 de septiembre de 2012

Cuestión de tiempo

Medir la arquitectura residencial en tiempo es una practica poco habitual, pero que personalmente creo que da un enfoque muy pragmático a lo que va a ser nuestra casa. Un criterio de proporcionalidad entre cantidad y calidad de espacio y tiempo que vamos a pasar en él.

Aquí, habrá quien piense que su cónyuge pasa demasiado tiempo en el baño, y que con estos criterios, su contrario/a, construiría un baño quitando espacio a la cocina y al dormitorio y se dejaría sus buenos denarios en mármoles, espejos y lozas que hiciesen de tan íntimos momentos, un placer de dioses.
Pues, no seré yo quien lo niegue, pero sin llegar a eso nos encontramos a menudo con casos en los que la visión directa de la medida tiempo ofrece un catalogo de incongruentes alegrías que nos permitimos en el diseño de nuestra vivienda y que a largo plazo genera espacios vacíos de vida y llenos de trastos o simplemente metros cuadrados sin uso definido, cuando en nuestros quehaceres mundanos precisamos de esos metros y no podemos disponer de ellos.
Me estoy refiriendo a dos elementos, que en las viviendas de 60-100 m2 que podemos habitar (en el mejor de los casos) son, a mi modo de ver, un lujo absurdo y un derroche de metros cuadrados  que no podemos permitirnos: el recibidor y la habitación de invitados.
Reconozco que si el primero me altera los biorritmos e incluso los algoritmos, cuando estoy buscando infructuosamente los metros para que el cliente pueda colocar una nevera como es debido, el segundo hace que me salten las alarmas, tics nerviosos en el párpado y una incontinencia verbal irrefrenable.
Un salon que diseñamos hace un par de años, despues de convencer a la clienta de que la habitación de invitados no llegaría a justificar el tiempo y la inversion en m2 utilizados. Un lujo. La clienta está feliz con su casa.

Y es que medido en tiempo, ese famoso dormitorio de invitados, es en el mejor de los casos utilizado un fin de semana cada dos años, lo que supone 2/730= 0.0027 = 0,27% del tiempo de uso, sin embargo, no es descabellado encontrar un dormitorio de 10m2 en una casa de 60 cuyo unico uso es ese, es decir 10/60= 16,67% del espacio utilizado en una habitación que no usamos.
Desde mi punto de vista, justificar el 16% del espacio requeriría un 16% del tiempo de uso y eso supone que tengais invitados 58 días al año, es decir, dos meses.
Y yo comprendo que queráis agasajar a vuestros invitados, pero es que una cama hinchable colocada en un salón que tuviese 10m2 más del que tiene vuestro hogar, es perfectamente asumible, me parece, cuando el uso va a ser tan limitado, y las ventajas de 10 m2 más de casa son, queridos míos, inenarrables.
Nota del arquitectador: Estamos en la semana de la arquitectura y no puedo dejar de recomendaros el programa de la misma. Disfrutad.


martes, 18 de septiembre de 2012

Proyectando cuando no hay proyectos

Detrás del silencio de las ultimas semanas no se esconde la abulia ni la falta de temas, sino un profundo sentimiento de lejanía entre este humilde arquitectador y la arquitectura. Y no es falta de atracción entre nosotros. Es que la muy...me ha salido casquivana y se ha ido con otros.
Y no es que yo la haya tratado mal. Al contrario, me empeño cada día en quererla bien, en tenerle llenita la nevera, que decía aquel, en idearla con cariño, con mimo, en crearla donde puedo. Pero no parece importarle.
Por el camino, y sabedor de que no podré olvidarla, me haré amante consentidor, y soportaré con resignado silencio que vaya de aqui para allá con unos y otros. Incluso con otras.
Y como todo amor, estúpido y desproporcionado, injustificado e irreal, este mío continuará. Y seguiré haciendo proyectos, aunque nadie los compre, aunque nadie viva en ellos, con la esperanza de que ella y yo coincidamos un día en que alguien pueda gozar de nuestro amor y llenar los espacios que creemos juntos.
Como una familia.
Nota del arquitectador: En estas semanas hemos ideado algunas modificaciones en la casa de un amigo, ideas etéreas que van tomando forma. Y que bonito es cuando a la gente le gusta mínimamente lo que propones.