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martes, 29 de mayo de 2012

Trabajar mas para vivir mejor

No. El titulo no es una proclama neoliberal calvinista. Estad tranquilos.
A lo largo de la historia reciente, son muchos los arquitectos que han dedicado sus esfuerzos a la realización de proyectos de viviendas sociales, muchas veces prefabricadas para su uso en situaciones de emergencia o exclusión social.
Leyendo el articulo sobre la reconstrucción de la casa de los mejores días de Jean Prouvé, -que recomiendo leáis cuando terminéis este post, no me seáis dispersos-  me pregunto por qué, siendo tanto el esfuerzo dedicado por estos hombres a la búsqueda de esa casa de rápido montaje, barata, confortable, sostenible y duradera, es tan mínima su repercusión en la arquitectura real.
Esta no es la casa de marras, pero me encantan estos dibujos a mano, tienen tanto cariño en cada trazo...

Desde el principio, este tipo de proyectos, exige un trabajo ímprobo.
El diseñador debe pensar hasta el mínimo detalle para que su montaje no requiera de soluciones imprevistas a pie de obra.
El mecanizador debe trabajar con la precisión de una cadena de montaje y no con las habituales tolerancias a las que la albañilería tradicional nos tiene acostumbrados.
El promotor debe comprender que los plazos del proceso se invierten y es mayor el tiempo requerido para la elaboración del proyecto que para la ejecución de la obra.
Y el usuario debe hacer un esfuerzo por considerar su casa un entorno donde vivir y no un signo de su posición social, así como reestructurar su sistema de valores en cuanto a lo que la propiedad individual y el compartir se refieren.
En definitiva, todos y cada uno de los que participamos debemos cambiar nuestro punto de vista y nuestro listón de esfuerzo máximo para que un proyecto como este llegue a funcionar.
Luego de pensar todo esto, miro alrededor, hago mentalmente la orla de los personajes habituales de la construcción, -incluyéndome- y comprendo perfectamente por que esta arquitectura no ha tenido éxito. Por que está pensada para ciudadanos, no para individuos. Ciudadano en el sentido más francés de la palabra. Ay, 1789, que gran añada...

Nota del arquitectador: Jean Prouvé, no era arquitecto, sino constructor, ingeniero y herrero, además de diseñador de mobiliario, lo cual me encanta, por que representa esa rama de la arquitectura despojada de todo divismo, de todo ansia de crear arte, pero que lo crea sin pretenderlo.

martes, 22 de mayo de 2012

Tapajuntas, trasteros y trastoros

Me gustan los edificios que desde fuera indican lo que tienen por dentro.
Me gustan los edificios que no tapan las cosas.
Es característico en nuestras carreteras observar la figura del toro de Osborne, un clásico en nuestra geografía y todo un símbolo, que sin pretenderlo ha impregnado el perfil de nuestros viajes del carácter ibérico.
El toro, sencillo y perfilado es sustentado por una estructura triangulada, que podemos ver sin tapujos, sin ocultarla, sencilla y sólida, tan importante como el mismísimo toro. Sin complejos.

Tenemos -arquitectos y demás fauna de la construcción - la manía en algunas ocasiones de ocultar nuestras vergüenzas.
Oprobios convertidos en tubos, cables, estructuras, juntas...lamentos hechos de dos materiales que no sabemos como unir, como ocultar, como vestir tras un elemento que solo sirve para cubrirnos. El maldito tapajuntas. Ese que convierte la construcción en un permanente trastero donde guardar lo que no queremos ver. Que la maldición de Imhotep caiga sobre él, mil veces.
Como ejemplo de edificios que no tienen pudor yo pondría el Centro Pompidou, con su estructura triangulada y sus instalaciones vistas.
Si, si, ya lo sé. Tiene un aspecto industrial, es como verle las tripas, como vamos a vivir en sitios así...etc,etc.
Centro Pompidou, de Richard Rogers y Renzo Piano

Pero ojo, este edificio no es para vivir, es para colocar un hito urbano, reconocible y con uso expositivo, dentro y desde fuera. Es para el ciudadano, entre a él o lo observe a distancia.

A mi, lo que me gusta realmente es lo franco y sincero que es. Nada que ocultar. Mucho que servir.

Nota del arquitectador: En todo caso, y aunque es muy probable que no estés de acuerdo conmigo, también lo será que habrás estado en bares, restaurantes u otros museos, que tienen en sus techos, las instalaciones de climatización, electricidad, etc,.  debidamente organizadas y ofreciendo incluso un panorama limpio y claro, sin falso techo, sin tapujos. Al más puro estilo Pompidou.
Y, no me lo niegues, te ha gustado.